José Pablo Puga, cofundador y CEO de ChucaoTech, fue pionero en el uso de nanoburbujas para enfrentar la contaminación del fondo marino bajo los centros de cultivo de salmón, pero desde entonces ha ampliado su trabajo hacia otras aplicaciones y especies.
Ingeniero mecánico de formación, Puga comenzó su carrera en lo alto del desierto chileno, “Trabajé tres años en el Observatorio ALMA, el gran radiotelescopio del norte de Chile”, recuerda. Pero su verdadera ambición era el diseño de productos, y una beca en la Universidad de Cambridge lo llevó a un trabajo soñado en Cambridge Consultants, diseñando productos de consumo en el Reino Unido. “Esa fue mi verdadera escuela”, comenta. “Pero después de unos años regresé a Chile, atraído por la naturaleza, y me mudé al sur”.
Ese cambio lo puso en el corazón de la industria salmonera chilena. Se integró a Sealand Aquaculture como ingeniero jefe en una de las plantas de smolt en sistemas de recirculación (RAS) más grandes del país. “Ese fue mi primer acercamiento a la acuicultura. Aprendí todo sobre tratamiento de agua, salud y crianza de peces”, relata. También fue la semilla de lo que hoy es ChucaoTech.
En 2017, Puga conoció a Tomás Bravo, quien acababa de obtener un MBA en el Imperial College. Juntos fundaron Chucao Technology Consultants, inicialmente concebida como una consultora de ingeniería para salmonicultores. “No funcionó como esperábamos”, admite Puga, “pero un desafío destacó por sobre los demás: la contaminación del fondo marino”.
El cultivo de salmón en jaulas abiertas genera una pluma de desechos orgánicos —restos de alimento y fecas— que se deposita bajo los centros, alterando los ecosistemas marinos. Tradicionalmente, las empresas dejaban descansar los sitios tras la cosecha, esperando a que la naturaleza hiciera su trabajo, pero la recuperación podía tardar años, retrasando la posibilidad de reiniciar la producción. “Fue entonces cuando nos encontramos con las nanoburbujas”, dice Puga.
Aunque casi desconocidas en la acuicultura chilena en ese momento, las nanoburbujas —pequeñas burbujas de gas de menos de 200 nanómetros de diámetro— ofrecían una solución prometedora.
“En esos años, si hablábamos de nanoburbujas con un salmonicultor, preguntaban: ‘¿Qué diablos es eso?’”, recuerda. El escepticismo era fuerte, e incluso corrían rumores de que estas diminutas burbujas podían dañar a los peces. “Se decía que afectaban las branquias del salmón. Nos tomó tiempo desmentir esos temores”, explica Puga.
Sin desanimarse, él y su equipo perseveraron y, según Puga, en 2020 se convirtieron en la primera empresa en el mundo en aplicar nanoburbujas de manera comercial para la recuperación de fondos marinos. “Nos dimos cuenta de que inyectar oxígeno con nanoburbujas aceleraba la recuperación del lecho marino. Y nadie lo había hecho antes”, relata.
Al principio utilizaron generadores de nanoburbujas de terceros, pero pronto notaron sus limitaciones, especialmente en sitios remotos en alta mar. “Los centros aquí son lejanos. A veces hay que navegar 20 horas para llegar. El equipo debe ser simple, robusto y fácil de reparar”, señala Puga.
Como resultado, ChucaoTech desarrolló su propio generador, con especificaciones propias. “No buscamos hacer la mayor cantidad de nanoburbujas, sino producir las necesarias, de forma confiable, con bajo consumo energético y sin partes móviles”, explica. “Ese cambio de mentalidad fue clave”.
Hoy, la tecnología de ChucaoTech se utiliza a lo largo de todo el ciclo productivo de la acuicultura —desde hatcheries hasta jaulas en el mar— con aplicaciones que van desde la oxigenación hasta la desinfección.
Y los resultados, según Puga, han sido notables.
“En salmonicultura, hemos visto reducciones de hasta un 45% en los costos de oxígeno y aumentos de entre 10 y 20% en las tasas de crecimiento en sistemas de agua dulce. Un ciclo productivo puede gastar medio millón de dólares en oxígeno. Si logramos ahorrarles un cuarto de millón, eso es enorme”, destaca.
La compañía cuenta hoy con cerca de 300 sistemas instalados en el sector acuícola, tras la buena recepción de clientes tempranos como Mowi Chile y Cermaq, que apoyaron los primeros pilotos y despliegues a escala comercial.
Lo que comenzó como un servicio de nicho para la remediación de fondos se ha transformado en una plataforma versátil de tratamiento sostenible del agua, expandiéndose al cultivo de camarón y tilapia, así como a la agricultura y la minería.
“En agricultura, oxigenar el agua de riego mejora la salud de las raíces y aumenta los rendimientos, especialmente en suelos degradados”, explica Puga. “En minería, estamos inyectando oxígeno en procesos de lixiviación de cobre. Los ensayos en laboratorio muestran mejoras de entre 7 y 25% en la recuperación del metal”.
La empresa ha abierto oficinas en California (con foco en agricultura) y en Europa, tras el interés de salmonicultores de Escocia, Islas Feroe, Islandia y Noruega. Puga tiene expectativas especiales en generar interés en Noruega durante la próxima feria Aqua Nor en Trondheim.
“Noruega es como nuestro país hermano en salmonicultura”, dice Puga. “Aquí usamos su tecnología. Pero ahora queremos compartir lo que hemos aprendido con ellos”.
Aunque ChucaoTech ya tiene competidores en el espacio acuícola, Puga sostiene que la “simplicidad y transparencia” de sus generadores de nanoburbujas son lo que los diferencia.
“No tratamos de impresionar con complejidad. Nuestros sistemas son robustos, eficientes y trabajamos abiertamente con integradores”, afirma.
De cara al futuro, Puga cree que la tecnología de nanoburbujas será cada vez más común —no solo en salmón, sino también en especies de aguas cálidas—.
“Quiero que la tecnología de nanoburbujas se convierta en una categoría dentro de la acuicultura. No para todo, pero sí para aplicaciones clave como la oxigenación y la remediación de fondos, debería ser estándar”, sostiene. “Y me encantaría llevarla a lugares donde cuesta más conseguir inversión, como el cultivo de camarón, tilapia y carpas. Estos sistemas pueden ser más sostenibles. Solo tenemos que llegar allá”.
Fuente Original: thefishsite.com